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Desde la pasada semana vecinas y madres de niños del colegio San Sebastián observaron que se estaba procediendo a la instalación de una "antena de telefonía movil simulada" en un edificio de la calle San Sebastián, a escasos 50 metros del colegio. La alarma social que este hecho ha generado que los afectados comiencen a movilizarse. Además de una recogida de firmas contra la antena, mantendrán una reunión con el Delegado de Industria del Ayuntamiento nazareno, Jose Manuel Carrión el próximo martes a las 11:30 donde le plantearan su oposición a la instalacion de esta antena por los posibles peligros para la salud de los niños.
Los vecinos han contactado con diversas entidades para pedirles información y apoyo. Entre otras con la Asociacion de Vecinos Jose Crespo y el Ateneo Andaluz.
Para el Ateneo Andaluz hay que denunciar la falta de una regulación apropiada que produce un sistema sistema caótico de colocación de las antenas, por intereses y falta de acuerdo de las compañias telefonicas. El gobierno y las diferentes administraciones deben de regular su implantación, sobre la base de garantizar la salud de los ciudadanos. El Ayuntamiento tienen la responsabilidad administrativa, de que las antenas cumplan los requisitos que les exige la ley, ya que son ellos los encargados de regular la normativa sobre, instalación y conservación y serán responsables solidarios Empresa Instaladora y "el propietario o comunidad de propietarios del edificio o terreno en que se ubique la antena". Por ello exige la realización de un censo actualizado para conocer las circunstancias de cada una y un estudio de ubicación de antenas.
Las antenas de telefonía instaladas en la azotea del edificio cubre una zona determinada, y envía y recibe señales de todos los teléfonos móviles que se desplazan por su zona. Estas señales que recibe y emite se denominan ondas electromagnéticas. Estas ondas no se ven, no se huelen, son invisibles, y se desplazan por el espacio sin necesidad de cable ni soporte material alguno. Estas ondas son absorbidas fácilmente por el cuerpo humano, en el que producen unos determinados efectos biológicos.
El problema se plantea por la falta de acuerdo de los científicos sobre cuales son los niveles perjudiciales y es que no existe acuerdo entre los científicos sobre si la exposición residencial a las ondas de las antenas de telefonía móvil puede conllevar riesgos para la salud humana. Pero al mismo tiempo, existe un amplio consenso respecto a que no ha sido demostrado que la exposición a estas ondas sea absolutamente segura.
Precisamente porque no existe actualmente certeza científica, la incertidumbre, y el daño moral que se puede producir a determinadas personas al obligarlas a vivir cerca de esa posible fuente de riesgo, es algo constatable y reconocido ya por los tribunales españoles, donde suele prevalecer el principio de prudencia. En cuanto a la responsabilidad civil que puede derivarse, es este un elemento que hay que tener muy en cuenta a la hora de adoptar la decisión de instalar las antenas de telefonía en el edificio, ya que el beneficio que se obtenga hoy, puede ser superado con creces por la cuantía de las indemnizaciones a pagar a vecinos que se opusieron a la instalación y a terceros residentes de edificios cercanos.
Alguna de las acusaciones que se vierten sobre las radiaciones emitidas por estas antenas es que, a pesar de que no son ionizantes (no alcanzan la temperatura necesaria para alterar moléculas de células vivas), generan un calor que podría perjudicar nuestra salud. Se les achaca también que pueden alterar nuestros ritmos biológicos (como el del sueño-vigilia) y que el organismo humano puede dejar de producir melatonina (hormona y anticancerígeno a la vez), debido a que, como se genera de noche, estas radiaciones pueden inhibir su formación.
Ver Recomendación 1999/519/CE del Consejo, de 12 de julio
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