Diario de Córdoba - articulo del Presidente de los Ateneos de Andalucía publicado en Grupo Joly.
Una sociedad inválida es aquella que ha delegado por completo en las
administraciones la resolución de sus problemas. Una sociedad amnésica es
aquella que ha olvidado que la soberanía reside en cada uno de los ciudadanos
que la componen. Una sociedad depresiva es aquella que no interviene en los
asuntos públicos porque carece de voluntad y no puede quererlo.
Las
sociedades enferman, olvidan y se deprimen en situaciones de bonanza económica.
A mayor sensación de estabilidad, mayor abandono de lo público por el ciudadano
que termina degradado a simple habitante. Y por la misma razón se muestra como
un inadaptado social cuando sobreviene una crisis tan áspera y cruda como la
que estamos padeciendo.
Los
invisibles que ya vivían al margen del sistema saben dónde encontrar techo,
comida o ropa. Sin embargo, aquellos que pertenecieron a la extinta clase media
rebuscan en la basura de madrugada para no ser vistos. Son los nuevos
marginados sociales. Invisibles por vergüenza propia a las miradas ajenas. Los
mismos que antes no veían a los marginados de siempre y los esquivaban por las
aceras.
Una crisis es capaz de curar a una sociedad enferma. Decía Dante que "los lugares peores del infierno están reservados para aquellos que en las crisis morales adoptan una actitud de apatía e indiferencia". Cierto que muchos acabarán allí. Militantes de esa mayoría silente de la que echan mano los gobiernos para compadecerse. Pero también somos muchos los que conjugamos el verbo poder en primera persona y despreciamos a quienes lo ansían como sustantivo.
La
mal llamada "sociedad civil", en anacrónica contraposición a la
militar, religiosa o mercantil. Sencillamente, somos ciudadanos. Llevamos el
compromiso con lo público en la esencia de la palabra. Ciudadano y político
comparten etimología. Uno es la "civitas" en latín, lo que el otro a
la "polis" en griego. Ciudadanos y políticos somos los únicos
culpables de convertirnos en antónimos y los únicos obligados a reconciliarnos.
Los ciudadanos reivindicando su soberanía y los políticos al devolvérnosla. Los
ciudadanos debemos ser el viento y los políticos la veleta. Mientras siga
siendo al revés, la brecha se convertirá en una hemorragia incontenible.
En consecuencia, una sociedad sana es aquella en las que sus ciudadanos intervienen activamente en la vida pública como titulares de la soberanía. En ningún momento suplantando lo público, sino denunciando y complementado como un gas los agujeros que deja el Estado Social y Democrático de Derecho. Cuando se vertebra la ciudadanía, la sociedad se yergue. Y puede mirar cara a cara a los poderes representativos. Demostrando que juntos somos democracia.
Andalucía ha demostrado histórica y recientemente su enorme capacidad para articular la sociedad civil en tiempo de crisis. Asociaciones y colectivos comprometidos con los problemas cotidianos y más duros que nos afectan. Enfermos, desahuciados, pobres, migrantes, mujeres maltratadas… Y tan importante como el hambre de pan es el hambre de cultura.
Hace
casi dos siglos que nacieron los Ateneos para curarla desde la independencia.
Constituyeron el alegato más revolucionario por la luz en tiempos de sombra. Y
a pesar de la persecución absolutista, sobrevivieron. A principios del siglo XX
surgieron los Ateneos Populares para curar la misma necesidad desde abajo,
entre iguales. Y a pesar de la persecución franquista, también sobrevivieron.
En
pleno siglo XXI, la crisis azota con la misma saña la educación y a la cultura.
Y contra los mismos de siempre. De ahí que resulte tan necesaria la
reivindicación ateneísta como agentes de la sociedad civil en defensa de la
cultura en libertad. Cataluña es un ejemplo de ateneísmo organizado y Andalucía
el único territorio del Estado que comparte un movimiento federado de idéntica
naturaleza.
Somos
los Ateneos de Cádiz, Sevilla, Córdoba, Granada, Sanlúcar de Barrameda, Jerez,
Chiclana, Priego, Algeciras, Manilva, Mairena del Aljarafe, Benalmádena,
Marbella, los andaluces de Dos Hermanas y El Cuervo, los populares de Sevilla y
Almodóvar del Río, entre otros. Los ateneos estamos hechos de ciudadanos. Los
ateneos somos voluntarios culturales. Y creemos merecer el reconocimiento de lo
público ahora que languidece por vicios propios y atentados ajenos. Andalucía
necesita de los ateneos como nosotros necesitamos de Andalucía.
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