No es por joder, pero el último sábado del mes de octubre se realizaba una pequeña concentración a las puertas del Ayuntamiento, pequeña y breve, casi desapercibida, pero de las de más contenido de las que se han realizado en los últimos 30 años en nuestra ciudad. No era para denunciar el paro y la crisis económica, ni una situación de violencia, ni de solidaridad con despedidos, ni contra la corrupción del poder…
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Era una Concentración “que no iba contra nadie” según sus mismos convocantes, la Federación de las Asociaciones Vecinales, y bajo el lema “Por la Dignidad Vecinal” unas doscientas personas -solo representantes vecinales y una mínima parte de los miembros de las Juntas Directivas de las mas de 30 asociaciones federadas- leían un Manifiesto en el que entre otras cosas solicitaban ser respetados, escuchados, tenidos en cuenta… vamos, lo mínimo de lo mínimo: “Dignidad” para gente que le echa horas y ganas, trabajando por el bien común de forma voluntaria y altruista. Gente que solo por ese hecho deberían tener el reconocimiento social e institucional que merecen, en una sociedad capitalista que promueve los valores contrarios, individualismo, consumismo, insolidaridad… donde desde el sistema se potencia y la mayoría solo reconoce “al becerro de oro y al poder”. Gente sublime que tiene casi siempre, la dignidad por encima del nivel del miedo.
Dignidad porque piden un trato digno por los señores o señoras delegados. Dignidad porque no quieren perder la propia individualidad y convertirse en una mera pieza mas del engranaje que está por debajo de la dignidad. Para que los señores se dignen a recibirlos, se dignen a escuchar, que no los ninguneen, que se dignen a estudiar las propuestas, que se dignen a cumplir lo pactado o que se dignen resolver los problemas planteados por los vecinos que para eso están.
Y a pesar del lema y una convocatoria tan tímida, el contenido era, es de los más importantes en una sociedad que se llama democrática, que es el respeto a la participación ciudadana. Y al mismo tiempo es y denuncia, una situación y una práctica nada democrática que en Andalucía y nuestra ciudad y tras tantos años de mayoría absoluta, ha encumbrado a ciertos personajes que practican el nepotismo, el amiguismo, el enchufismo y han convertido en un régimen de control absoluto a la sociedad, asociaciones, medios de comunicación, empresarios, etc.
La promesa de un contrato empresarial o laboral, o el “castigo” a los que se “salen del tiesto” es suficiente para la autocensura y que el poder se rodee de una corte de aduladores que paralizan, amuerman y aborregan la sociedad civil.
Sin un reglamento municipal de subvenciones, ni comisiones sectoriales funcionando añadido a la falta de transparencia y de cauces para la participación democrática ha acostumbrado al poder a una práctica de la prepotencia que hace que solo se premie con ridículas aportaciones a las entidades que no dicen “ni pío”, fomentando el clientelismo en todos los ámbitos asociativos y en general en todo el tejido social y económico Nazareno.
Cuentan los viejos que en los últimos años de la larga dictadura, el General pasaba de la política y solo se dedicaba a la caza, la pesca y a sus nietos. Cuentan que aunque seguía siendo Dios y tenía la última palabra, dejó en manos de sus ministros las labores de represión y gestión gubernamental para mantener el sistema. Algo de esto parece estar pasando. La concentración era solo un aviso, tímido, cariñoso, colaborador, pero muy digno de aquellos que tienen que aclarar que “el Ayuntamiento, el patrimonio y el término municipal pertenecen a todos los ciudadanos” y no de los que un día ocuparon un sillón que era para trabajar por el pueblo. No es por joder, pero más claro agua.
Fdo. Francisco Domínguez Rueda
Vocal del Ateneo Andaluz
Publicado en El Nazareno 13/11/08
Publicado en La Semana 25/11/08
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