Paralelo 36 Andalucia. El siglo XXI será el de la lucha pacífica y universal por la tierra y la libertad. Estas cuatro reivindicaciones constituyen la esencia revolucionaria del himno de Andalucía. Todo el pensamiento alterglobalizador de vanguardia se sintetiza en la salve laica de Blas Infante. Ahora sólo nos queda abrir los ojos y darnos cuenta.
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Tierra. El siglo XXI será verde como el tallo de los jazmines. Verde esperanza. Tierra como expresión integradora de la ecología y la memoria. Del espacio y del tiempo. De los recursos naturales y culturales. Del cuerpo del planeta y del alma de la Humanidad. Las víctimas de la primera globalización basada en el consumismo ecocida y culturicida.
Muchos hemos tomado conciencia de la destrucción física del espacio mientras celebramos su destrucción virtual. Y enviamos desde el móvil a un amigo americano la foto de una manifestación en Madrid contra la deforestación del Amazonas, mientras nos comemos una tortilla de patatas chilenas, huevos marroquíes y cebollas chinas, comprada en una cadena sin competencia local porque no asume los costes medioambientales y avasalla con los laborales. La misma depredación padece el tiempo contenido en la memoria colectiva de los pueblos. Sólo existe el ahora, sin ayer ni mañana. El proceso homogeneizador instaurado para favorecer la expansión consumista es maquiavélicamente sutil y consentido por las masas. Sirva como metáfora cualquier sesión plenaria de la ONU donde casi todos visten con americana y corbata. La aldea global es una ficción política sobre un sustrato cada vez más homogéneo, diseñado para eliminar los espacios intermedios entre el yo y la Humanidad fundados en la memoria colectiva. Los centros de poder están deslocalizados en una economía global. Por eso debemos pensar y actuar “glocalmente”. Relocalizar la economía y la política.
Libertad. El siglo XXI será blanco como la flor de los jazmines. Blanca paz. Libertad como expresión integradora de democracia e identidad. Las revoluciones pacíficas del África mediterránea son un ejemplo para Occidente de universalización desde lo diverso. De reivindicación de los derechos humanos que nos igualan, sin renunciar a las culturas que nos diferencian. El ser humano es un punto atravesado por miles de rectas identitarias (de género, religiosas, étnicas…). Pero sólo una lo vincula al espacio y al tiempo: la memoria colectiva. El individuo debe elegir su identidad libremente. Y no hay libertad de elección cuando se amputa el nosotros de la memoria colectiva. O cuando queda sepultada bajo el bombardeo incesante de otros contextos geopolíticos. Así, por ejemplo, quien crítica el “nacionalismo” (como ideología diversalista e incluyente) no se da cuenta que lo hace desde el nacionalismo (estatal), discriminador y excluyente, al que no cuestiona porque ni siquiera ve. La misma indolencia con la que Occidente desprecia a quien defiende los derechos de las minorías, el pluralismo político o la democracia directa.
No puedo decir más en tan poco espacio y tiempo. Para más información, escuchen el Himno de Andalucía.
Antonio Manuel Rodriguez es Socio de Honor del Ateneo Andaluz de Dos Hermanas
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