El pasado sábado de junio,
fue la fecha escogida, continuando con el Programa “Conocer Dos Hermanas” que
organiza Ateneo Andaluz, para visitar dos espacios dignos de interés. En esta
ocasión fue el Taller de Ebanisteria del artista y artesano nazareno Ernesto
Parrado y posteriormente la visita a la última casa de vecinos que queda sin
demoler en nuestra ciudad.
Un reducido y privilegiado
grupo de participantes se dieron cita, haciendo como maestro de ceremonias, al profesor
e investigador de nuestro pueblo, Don Manuel Espada que supo con sus
conocimientos –sumados a los de algunos de los participantes- ilustrarnos con
numerosos detalles y hechos, sobre la vida y costumbres de nuestros vecinos en décadas
pasadas.
En Octubre continuarán las
visitas a las Haciendas y otros lugares peculiares y de interés de nuestro
pueblo. Como el Presidente del Ateneo Andaluz: “para defender nuestro
patrimonio, lo primero es conocerlo. Conociéndolo lo amaremos y solo así,
podremos impedir el desaguisado y la falta de sensibilidad mostrada por las
instituciones encargadas de protegerlo”.
A continuación el texto que
nos envió Manuel Espada, coordinador de esta actividad.
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Comenzaré como LOPE de VEGA su soneto más popular:
Comenzaré como LOPE de VEGA su soneto más popular:
UN
SONETO ME MANDA HACER VIOLANTE
Y
EN MI VIDA ME HE VISTO EN TAL APRIETO…
Porque esto es lo que siento, después de la invitación de Fran Domínguez, para
que presente esta actividad, pero una vez aceptado el reto, no he tenido más
remedio que ponerme manos a la obra y este es el resultado, espero no
defraudaros:
En Dos Hermanas, como en todos los pueblos y ciudades de España, existieron durante el siglo XX, gran número de Casas de vecinos, llamados en Sevilla Corrales y en Madrid Corralas.
En Dos Hermanas, como en todos los pueblos y ciudades de España, existieron durante el siglo XX, gran número de Casas de vecinos, llamados en Sevilla Corrales y en Madrid Corralas.
Su origen está basado en la
inmigración interior que se produce de las zonas rurales a las industriales,
por ello en Dos Hermanas proliferan, primero por la creación de la fábrica de
Yute, a principios del siglo XX, que trae a nuestro pueblo una gran cantidad de
trabajadores procedentes en gran proporción de la sierra sur de Sevilla, y
posteriormente, durante las primeras décadas otra oleada de inmigración al
calor de la oferta de mano de obra de los almacenes de aceitunas.
La primera casa de vecinos
de la que se tiene noticias estaba en la calle Fernán Caballero y en el padrón de 1876, ya se da cuenta de ella.
EL BARRIO SAN JOSÉ es la primera casa de vecinos por excelencia, creada por el
propio dueño de la Fábrica de Yute LISSEN para acoger a las familias de sus
trabajadores, que al ser foráneos no tenían un techo que les pudiera acoger, al
contrario que los nazarenos que podían cohabitar en una misma vivienda los
abuelos con algunos de sus hijos y sus respectivas familias.
Debido a las condiciones de
insalubridad (en los cincuenta había más de 300 familias) se ubicaron 90 de
ellas a finales de esa década en las casas baratas y el resto a inicios de los
ochenta en Los Potros. El lugar de la cocina era el patio y había que estar
vigilante por si algún vecino aún más hambriento te la robaba.
Actualmente a excepción de
la que estamos visitando, no quedan en Dos Hermanas casa de vecinos tal como
las conocimos hasta bien entrados los años setenta.
Estas se componían de un
gran patio central al que se accedía un pasaje donde generalmente había una o
dos habitaciones a ambos lados del pasillo de entrada a la casa y que a veces
disponían de ventanas a la calle.
En el centro del patio se hallaba un pozo que surtía de agua potable a los vecinos y servía para llenar los lavaderos que se hallaban junto a él.
Las habitaciones, una o dos, se disponían alrededor del patio central y las puertas, a excepción de la de entrada a la casa de vecinos, carecían de llaves, siendo sustituida esta de noche por una tranca que apalancada tras la puerta evitaba la entrada de intrusos.
En un rincón de ese patio,
si era cuadrangular o al final del edificio, se situaba un pequeño reservado
para las defecaciones que consistía en un agujero, generalmente de cerámica con
un poyete para sentarse o bien un retrete llamado turco, donde se ponían los
pies y se defecaba en posición de agachado. Generalmente el único accesorio del
excusado era un cubo para arrojar el agua y limpiar el váter.
La propiedad solía asignar
la administración a una “CASERA”, que además de encargarse del cobro y resolver
los problemas surgidos de la convivencia, recibía gratuitamente como
compensación una de las habitaciones
Eran conocidas las casas de
vecinos situadas en calles de nuestro pueblo por nombres propios entre las que
destacan:
- LA CASA DE LOS COCHES en la calle Manuel de Falla,
- LOS PISOS DEL PACHOCHO, en los altos de Almacenes Mora
- EL CORRAL DE CURRO BLANCO, en la calle Lope de Vega que tenía entrada por el llamado callejón San José
- LA CASA DE LOS DULCES, en la calle Real Utrera
- LA CASA DE PERAL, en la calle Cristo de la Vera Cruz
- EL CORRAL DE DOLORES LA DEL AVELLANERO, en la calle San Fernando, justo detrás de la mencionada antes.
- EL CORRAL DE HIDALGO
- LA ANTIGUA HACIENDA DE LA MINA, en la calle y plaza del mismo nombre
Otras carecían de nombre o son para mí desconocidos:
- La emplazada en el Cuartel de la Guardia Civil viejo, en la calle Real Utrera junto al Gran Poder, donde hoy existe un bloque de pisos
- En la Plazoleta, en el solar ocupado por la Caja Rural
- La situada frente al cuartel de la Guardia Civi, en Cristóbal Colón esquina a Chapí, que ha estado habitada hasta finales del siglo XX y hoy ocupada por el Edificio Doña María
- La de la calle Aníbal González (Patomás) donde se ubicó el famoso Bar Planeta
- La ubicada al final del Callejón Capote (en esas fechas dedicada al tristemente célebre Capitán Ramos de Salas)
- La ocupada por otro edificio de viviendas que hizo el contratista apodado EL BOLO en la calle Jesús del Gran Poder, tras la plaza de abastos
- En la calle San Alberto hubo otra emplazada junto a la sede de TECNIFIP
- La calle Rivas también contaba con una casa de vecinos, al parecer propiedad de Reina el practicante.
- También en la calle Rosario, ocupada como casi en todos los casos por un edificio de viviendas.
- Otros estaban en la calle Velázquez, que estuvo habitada hasta los años 80
- En la actual 19 de Abril,
- En el callejón de la Alegría,
- En la calle Manuel de Falla cuya entrada estaba por la casa de cortinajes Piña.
- En la calle Real Utrera frente a El Chaparral.
- En la calle Madrid nº 1, donde vivían “peligrosos elementos” según la Guardia Civil de la época, ocupada hasta los noventa.
- No quisiera olvidarme, en la calle del sarcásticamente llamado Patio de Banderas, un grupo de infraviviendas situadas alrededor de una cantera abandonada sin ningún tipo de servicios donde todos los desperdicios y excrementos iban a parar a la cantera, hoy tanque de tormentas en la plaza de Rodríguez de la Fuente.
Y termino con los versos de Lope de Vega,
CONTAD
SI SON CATORCE Y ESTÁ HECHO.
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