José Mesa natural de Dos Hermanas, ha sido albañil toda la
vida. Comenzó como peón a los diecisiete años y ha tenido durante más de doce
una pequeña empresa dedicada a la construcción y reforma de viviendas.
A partir de su jubilación aprende como
entretenimiento la pleita, los trenzados y demás rudimentos de la artesanía
realizada con palma seca. Un artesano de Coripe se ofrece a enseñarle las
técnicas más elementales y después irá aprendiendo de unos y otros allá donde
quisieron enseñarle.
En principio lo hacía como hobby, para regalar
los productos a sus familiares y amigos, pero una de sus hijas conoce el
Mercado de Artesanías del Parque del Palmarillo, y se empeña en que participe.
A José en su momento esto no le hizo mucha gracia, porque reconoce que le daba
algo de vergüenza lo de ponerse a vender en la calle, y además, no sabía bien
el valor real que tenían los productos, puesto que él los valoraba en función
del tiempo que le dedicaba a cada uno. Pero su hija siguió insistiendo y lo
ayudó a elaborar una lista de precios más adecuados, hasta que finalmente lo
convenció para que montara su puesto en dicho parque.
En él podemos encontrar cestas de varios
tamaños, macacos, escobas y escobones, esteras, costureros, sombreros, abanicos,
y muchas otras manufacturas de palma con remates tintados de color. Pero sin
duda los productos más vistosos y unos de los más vendidos según nos cuenta
José, son unas quincanas o zurrones con
broches de fieltro y crochet de diferentes tamaños.
Éstos productos, que son fruto de un oficio
tradicional, tienen su origen y su razón de ser en las labores agrícolas de
antaño, cuando el plástico o el PVC no habían colonizado aún hasta el ultimo
rincón de nuestros hogares. Así el macaco se usaba como recipiente en la
recogida de la aceituna, las quincanas servían para transportar el almuerzo y
preservarlo del polvo y las temperaturas extremas, los capachos se utilizaban
como filtros para la prensa en la transformación de la aceituna en aceite, de
la uva en vino, etc. Hoy en día su uso práctico es anecdótico y han pasado a
ser objetos puramente decorativos como complementos para vestir y menaje para
el hogar.
A José que ya se le ha pasado eso de la
vergüenza, podemos encontrarlo todos los viernes en la
Calle San Sebastián, y los segundos
domingos de cada mes en el Mercado de Artesanías del Ateneo Andaluz en el
parque del Palmerillo.
“De momento y hasta que me canse estoy
entusiasmado con esto. Unos día vendo más, otros menos, pero todas las semanas
me saco el jornalillo, y con la paga de jubilado pues me da para mis gastos”
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