Este
próximo 10 de agosto se vuelve a conmemorar el asesinato del que fuera
nombrado por el Parlamento Andaluz en 1983 como Padre de la Patria Andaluza,
Blas Infante Pérez, quien fue fusilado por sus ideas, sin juicio ni sentencia
previa.
Es
una de esas fechas en las que, junto al 28-F, vuelven a repetirse los tópicos,
las frases hechas, las palabras huecas y los arribismos si hay algún proceso
electoral a la vista, sobre Andalucía, sobre el Pueblo Andaluz, y sobre el
propio Infante. Fechas en las que se pone de manifiesto, no solamente que el
mayor problema de Infante sigue siendo que la mayor parte de quienes hablan de
él no lo han leído jamás, sino además, el engaño social y político en el que
nuestros gobernantes nos tienen sumidos, intentándonos hacer ver que la
Andalucía de hoy es la Andalucía que Blas Infante ideó, y que, subliminalmente,
vivimos en un sistema imperfecto pero que, se mire por donde se mire, es el
mejor de los sistemas posibles.
Casi
80 años después del ignominioso crimen, los andaluces y andaluzas seguimos a la
cola de cualquier estadística de desarrollo del conjunto del Estado y de Europa
–por detrás incluso en algunos de ellos de la demonizada Grecia-, seguimos
soportando índices de paro que perfectamente justificarían la más potente de
las sublevaciones sociales, nuestros servicios públicos sistemáticamente son
hechos depauperarse cada vez más, y la concentración de la riqueza en Andalucía
supera con creces a la de principios del siglo XX, cuando el Andalucismo Histórico
planteó por primera vez la Reforma Agraria.
Mantener
de forma cómplice este estado de cosas es seguir fusilando a Blas Infante –y a
tantos otros que igualmente sufrieron muerte, exilio o represión- cada año,
cada día, cada discurso, pues no solamente se le ignora, sino que se le
tergiversa, volviendo a ser la única víctima de este engaño todos nosotros y
nosotras, en tanto que formamos parte del Pueblo Andaluz.
Desde Ateneo
Andaluz de Dos Hermanas, seguimos defendiendo que la única vía para
solucionar de una vez los seculares problemas que Andalucía arrastra desde hace
siglos –que es como decir recuperar el legado ideológico y político de Blas
Infante- es la autoorganización horizontal y desde abajo de nuestro pueblo,
empoderar a la ciudadanía de una forma radicalmente democrática, para que sea
ella la que decida por sí misma su propio futuro. Esta vez, de verdad.
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