Desde el pasado 16 de noviembre el Flamenco ya es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El Comité Intergubernamental de la Unesco -organismo cultural de la ONU- ha reconocido en Nairobi (Kenia) que "este género de música y danza originado en Andalucía en el siglo XVII y propio de la "etnia gitana" merece una distinción especial y una protección y respeto a nivel mundial". Patrimonio oral transmitido de generación en generación y seña de identidad de todo un pueblo, el flamenco es a su vez un icono de España en el mundo, en todas sus facetas: el cante, el toque y el baile. La Junta de Andalucía, a pesar de ello, es el centro de muchas de las críticas de artistas, críticos y diferentes personas del mundo del arte. Lo es, principalmente, porque Andalucía, siendo la cuna del flamenco y el epicentro de su desarrollo y el lugar donde la afición es más patente no parece verse correspondido por la actitud de las entidades públicas.
Hace unos meses se hacía público un manifiesto que englobaba a artistas flamencos como Juan Pinilla o El Cabrero, músicos como Manu Chao, actrices como María Estévez, intelectuales, aficionados, políticos y la Asociación de Artistas Flamencos (AAF) que reclamaban la falta de apoyo que sufría este estilo musical en Andalucía mientras sin embargo se dedicaban grandes sumas a su promoción en el resto del estado e internacionalmente. Solo queda esperar que esta politica cambie con el nombramiento de universalidad.
Flamenco: un nombre con misterio
Cabe mencionar que la misma etimología del nombre tiene un origen nada claro. Desde la teoría de la gestualidad, similar a la del ave zancuda, hasta aquella que la identifica con la música de los moriscos "fellah mencu", campesino desterrado en hispanoárabe.
Otras aseguran incluso que su origen están en Flandes (?) y que a los gitanos se les conocía también como flamencos. Sea como fuere, sus influencias moriscas e indígenas son clave y fueron objeto de estudio para Federico García Lorca. En Poema del cante jondo (1921) el granaíno escribía: "El grito de su canto pone un acento circunflejo sobre el corazón de los que lo han oído". El ultimo libro de Antonio Manuel Rodriguez "la huella morisca" tambien tiene todo un capitulo sobre este tema.
“Queremos empezar este trabajo con una afirmación que puede parecer arriesgada, y con la que quizás muchas personas estén en completo desacuerdo, a saber, que el Flamenco es más que una música, es una expresión cultural completa, es la expresión global de un pueblo. Que nadie se alarme, procederemos sin demora a exponer nuestros argumentos.” (De la introducción)
En el mercado musical mundializado el Flamenco aparece encuadrado dentro de esa categoría llamada world music o música étnica, como un género más para las transnacionales del sector. Para parte de la población andaluza y foránea, el Cante Jondo es asimilado a la "canción española", fruto de toda una corriente de pensamiento folklorizante, conservador y centralista que arranca en el siglo XIX.
En ambos casos el Flamenco como expresión cultural aparece totalmente enajenado del pueblo en el que nace y se desarrolla. Al contrario, este trabajo pretende situar al Cante en su contexto partiendo de la hipótesis de que el Flamenco es una expresión cultural genuinamente andaluza que no se explica si no es en el marco geográfico, histórico y social andaluz. Un elemento central de la identidad andaluza que como expresión viva y cantada de las clases populares es más que una música, una síntesis de todo su devenir histórico, político y social.
Una mirada a través del mundo del Cante hacia las principales ocupaciones y preocupaciones del pueblo trabajador andaluz, poniendo especial énfasis en su carácter de impugnación del orden social, hacia los elementos que han contribuido ha conformar la identidad andaluza de la que el Flamenco forma parte. “Mi presencia en este sitio no es únicamente testimonial, es una adhesión en cuerpo y alma a uno de los acontecimientos más destacables por mi humilde persona en cuanto al flamenco: el engrosar su literatura con trabajos de investigación que arrojen luz sobre tanta oscuridad y mito poético barato que ha envuelto siempre al mundo del flamenco".
Porque aquello que decía el poeta de ‘A la mar miraba, y a la mar miré, cómo miraba pa toítas las partes y sólo me encontré’ sólo se da en esta ‘tierra de la luz’, en el antiguo Al Andalus, en Andalucía como consecuencia de todas las culturas, pueblos, lenguas y músicas que la habitaron, que la quisieron, que la amaron y así sembraron cada uno algo de su idiosincrasia y consiguieron la quinta esencia con la que está fabricado el flamenco. Por tanto, la identidad andaluza del flamenco de la que no nos cabe duda alguna, aún no se había puesto de manifiesto de una manera tan clara y veraz como hasta ahora.
J. Carlos Ríos Martín (Granada, 1977) ha publicado diferentes artículos de opinión sobre la vida política y cultural andaluza. Es miembro activo en diversas movimientos sociopolíticos de la izquierda soberanista andaluza. Actualmente se encuentra preparando otro trabajo sobre personajes olvidados de la cultura andaluza.